Cada persona tenemos unos pies diferentes.

El pie está diseñado para soportar nuestro peso, mantener el equilibrio y poder caminar pero no es una estructura rígida.

Está formado por 26 huesos, 33 articulaciones, 107 ligamentos y 19 músculos y tendones.

Los huesos de nuestro pie se dividen en tres grupos: tarso, metatarso y falanges. El tarso y el metatarso forman lo que se denomina el puente del pie.

Alrededor del 86% de la población tiene pies varo y el 9% valgo. El varo es perfecto para caminar pero no para el ciclismo.

El varo origina una pérdida de potencia al pedalear ya que colapsa contra el pedal.

Por este motivo, el calzado de ciclismo, tiene que ser fabricado de forma muy diferente al de caminar o correr, con suela rígida para apuntalar bien el pie.

Además de tener suelas rígidas, las zapatillas de ciclismo necesitan compensar el varo o valgo del pie. Esto solo se puede lograr con unas zapatillas hechas a la medida de cada ciclista y de cada pie.

Por su naturaleza, el ciclismo es un deporte de resistencia que requiere una repetición continua del movimiento de pedaleo durante toda la carrera. Por este motivo es por lo que es tan importante una muy buena estabilización de los pies.

En algunas ocasiones, los ciclistas tienen problemas biomecánicos que las zapatillas no pueden corregir. En este caso, puede que sea necesario realizar ajustes en la bicicleta.

Una vez que se tiene la bicicleta perfectamente acondicionada y los pies alineados de forma correcta sobre el pedal, puede empezar a disfrutar de este deporte tan apasionante como es el ciclismo.